En estos días de enero, mi vida está experimentando cambios al liberarme de las medicinas que nublaban mi mente. Cada día que pasa se convierte en una batalla, donde empleo mi fuerza de voluntad para levantarme con una actitud positiva. A veces, carezco de motivación, pero sé que debo seguir adelante. He superado muchas adversidades, ¿verdad? Ayer, aunque el ambiente en el hospital donde asisto a mi terapia física era relativamente tranquilo, no puedo ignorar la ineficiencia del servicio de salud en Perú, a pesar de que es lo que hay. La noticia de que mi mano no mejora y que el médico sugirió una cirugía me genera cierto temor, ya que no soy tan joven como antes. La idea de realizar exámenes de manera particular me preocupa, dado que en este momento no cuento con mucho trabajo. El dolor en mi mano a veces es intenso, lo cual me lleva a soportarlo sin recurrir a medicamentos que afectan mi mente. Ahora intento usar mi celular lo menos posible.
Como mencionaba, ayer todo transcurría con tranquilidad hasta que me informaron que habían hackeado mi cuenta de Instagram. En ese momento, me sentí impotente al no tener acceso a internet para solucionarlo. No entendía cómo había ocurrido de nuevo, ya que suelo ser cuidadosa con mis redes sociales. Recordé que la única ocasión en que algo similar sucedió fue al visitar el perfil de un amigo que me llamó la atención por un enlace. Me pregunto ¿es tan fácil robar cuentas? Sin más opciones, tuve que proporcionar mis claves a una persona de confianza, pero, al final, pude llegar a casa dos horas después y recuperar la cuenta. Sin embargo, me encontré con un mensaje que, al leerlo, percibí rabia, fastidio y molestia hacia mí. A veces, desearía no sentir las emociones de los demás, ya que eso me debilita y enferma.
Ayer, con la mente fría y sin dejar que mi corazón guíe mis pensamientos, pude manejar la situación. Mi cerebro me recordó que la persona se molestó pensando que era yo, y que debía estar tranquila. Aunque mi corazón decía que esas palabras reflejaban lo que realmente piensa de mí, trato de convencerlo de que esas expresiones provienen del enojo. Es extraño, pero esas palabras se quedaron en mi mente, las he escuchado con su entonación y hasta he imaginado a la persona escribiéndolas. Si, mi mente está sobrepensando, hoy desperté con migraña. En este momento, solo puedo ser paciente con mi vieja amiga, la migraña, que ha venido de visita, a pesar de la aparente calma.
Sin embargo, hoy en la madrugada, las lágrimas
afloraron al pensar que esas palabras pudieran ser verdad. Nunca he considerado
que ofrezco más de lo que recibo, ni que espero que estén siempre a mi lado. A
lo largo de mi vida, siempre he evitado resaltar lo que doy o
ayudo, ya que me incomoda recordar cómo a mí, me sacaban en cara todo lo que me daban . Me
esfuerzo por no repetir las acciones que me causaron daño. No pude contener el
llanto hasta casi las 2 a.m. A veces, llorar resulta beneficioso, pero ahora la
duda vuelve a dominarme.
A veces, una persona enojada hiere sin pensar en las consecuencias, y así fue como ayer me hirieron sin buscarlo. Anhelo recuperar la fortaleza que tenía el 2010, pero querido tío, te llevaste mi coraza protectora.
Espero que las pruebas en mi vida lleguen a su fin, ya que no sé si podré resistir más al darme cuenta de que personas cercanas, a las que estimo, son tan falsas e hipócritas. Esta era de la modernidad, con capturas de pantalla que no respetan la privacidad de las conversaciones, ayuda a revelar la verdadera cara de las personas.
Será que ahora solo soy una molestia?
Aveces el enojo te hace decir la verdad?
