lunes, 30 de septiembre de 2013

El amor de un MAdre, Abuela y Tia.

hoy quiero dedicar estas palabras a una Mamá Admirable que merece todo el amor que la vida le puede dar,  ya que usted has sido capaz de hacerle un hueco a su corazón, un corazón gigante y lleno de amor. usted has sido depositaria del amor para otros que no llevan su sangre, pero sí llevan un sello,   el sello del amor de madre, ese que no necesita de un vinculo de sangre, ni carne.
Uno que es invisible, uno que sólo el alma construye para otros que vienen detrás.

Para usted, y su generosidad ilimitada en amor y dedicación, y también de sacrificio y compromiso por ellos se mereces tanto, Dios la premio con la familia que tiene y soy testigo de todo el amor que le dan, que Dios la bendiga Sra.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Cerrando Círculos

“El tiempo es cuestión de tiempo, la vida es cuestión de vida, la vida dura un momento, el tiempo toda la vida.” Anónimo 
Dicen que la vida es un proceso continuo de autodescubrimiento, y esto es cierto, pero también la vida es un proceso donde debemos de aprender a cerrar capítulos o los círculos que vamos dejando abiertos; lo cual implica dejar atrás nuestros rencores, dejar atrás algunas relaciones, incluso algunos recuerdos, se trata de hacer una limpieza mental para borrar entre otras cosas las nostalgias de antaño, ya que de no hacerlo viviremos atrapados en el pasado, torturándonos por lo que pudo haber sido y no fue.   
 Alguna forma de darnos cuenta que no hemos cerrado círculos es por ejemplo: cuando constantemente retrocedemos en el tiempo, a través de un recuerdo que nos lastima o nos hace sufrir, provocándonos una intensa emoción como el enojo, la tristeza, el resentimiento o la frustración. Estos pensamientos y sentimientos hacen que nuestra vida sea poco intensa, aunque no nos demos cuenta; por eso la importancia de desapegarnos de las personas, de los hechos que nos mantienen estáticos y de los porqués. ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? 
 Existe un dicho popular que nos dice que hay que aprender a ganar y a perder, pero también hay un paradigma generalizado que ha permeado en nuestra mente: “a nadie nos gusta perder”, y no se trata de perder, se trata de aprender a soltar lo que nos ancla a nuestro puerto llamado infelicidad. ¡Suelta hoy las amarras de tu velero y hazte a la mar, en ese basto océano de conciencia!  
Nosotros como individuos de alguna u otra forma, abrimos y cerramos círculos como parte de nuestra condición humana, ya que todo principio tiene su final, nada es para siempre. Esto ocurre a veces cuando nos encontramos atrapados por nuestras emociones y actitudes perturbadas en varias áreas de nuestra vida, pudiendo ser estas: la familia, la pareja o el trabajo.

ramos en el resultado (consecuencias), pero pocas veces o casi nunca analizamos las causas. Si analizáramos la causas nos daríamos cuenta que también somos co-partícipes de aquello que llamamos desdicha, infortunio o mala suerte. Nada se nos da por casualidad, sino por causalidad; nosotros generamos en gran medida como nos va en la vida a través de nuestros pensamientos, palabras y acciones. 
 Los círculos se deben cerrar sanamente, es decir con cuidado, con amor y despreocupación; ya que de no hacerlo el costo será muy alto, padeciendo un desgaste mental; es como dejar una puerta abierta en la casa donde habitan tus pensamientos, donde tarde que temprano se mete un delincuente a robarte, y ¿qué es lo que te roba? Entre otras cosas te roba: tu paz, tu tranquilidad y tu alegría.  
 Para empezar a cerrar círculos primeramente hay que ubicar en que área de vida puede estar abierta esa puerta, después ver que es lo que piensas, sientes y haces respecto a esa situación o hacia esa persona. Haz esta reflexión con humildad, desde tu corazón, no desde tu razón. El hecho de tomar esta decisión implica un enorme beneficio para ti y para nadie más. Si has decidido dejar atrás tus temores, olvidar o perdonar a alguien ¡adelante!, hazlo hoy a través de una  oración, de una plegaria, o simplemente escribe en una hoja en blanco lo que te molesta o te duele y posteriormente destrúyela o quémala. 
 Hay siete pasos esenciales que pueden ayudarte a cerrarlos definitivamente: 
1. Acepta las cosas como son y no como quieres que sean. 2. Antes perdonar a los demás, primeramente perdónate  a ti mismo. 3. Deja atrás tu soberbia y transita por el sendero de la humildad. 4. Compromete a disfrutar del presente y dejar atrás el pasado. 5. Reconoce la parte de responsabilidad que tienes en ciertas situaciones y con ciertas personas. 6. Elije un día de la semana para celebrar que has dejado atrás lo que te angustiaba. 7. A partir de hoy cuida tus pensamientos, palabras y acciones, como tú más preciado tesoro. 
 Si estos siete pasos no son suficientes porque la angustia te provoca la necesidad de evadirte o el miedo te paraliza, existe un ejercicio que puede ayudarte y que lo aprendí del Dr. Deepak Chopra en su libro “El Sendero del Mago”. Consiste en lo siguiente:

 Siéntate con una pila de hojas de papel. Escoge un sitio donde no haya ruido ni distracciones. Después coloca la punta del bolígrafo sobre la primera hoja y prométete no levantarlo durante cinco minutos. Comienza a escribir la frase “Le temo a” y termínala como quieras. 
 Sin levantar el bolígrafo, comienza nuevamente la frase “Le temo a”, y nuevamente escribe lo que te venga a la mente. Mientras lo haces, respira lentamente sin hacer pausas entre una respiración y otra. Esto se conoce como respiración circular, en la cual la inhalación y la exhalación están conectadas. Desde tiempos antiguos se ha considerado que esta forma de respiración permite dejar atrás las inhibiciones de la mente consciente. Sin esta técnica sería mucho más difícil llegar al nivel inconsciente del temor.  
 Mientras practicas la respiración circular, inhalando y exhalando sin parar, completa una y otra vez la misma frase, “Le temo a”, sin levantar el bolígrafo del papel. Una vez que te liberes y puedas plasmar sobre el papel tus temores ocultos, te será difícil detenerte. 
 Si realizas el ejercicio libremente, dejando que tus pensamientos se desenvuelvan sin tratar de controlarlos, descubrirás muchas asociaciones extrañas con el temor que no habías imaginado. Y esos temores inesperados traerán consigo emociones, no sólo temor sino ira, tristeza y alivio. Podrán incluso brotar lágrimas reprimidas. 
 Deja que todo salga, pero vuelve siempre a la respiración y no levantes el bolígrafo del papel hasta que termines. Si comienzas a sentirte demasiado mal, detente. Al terminar el ejercicio es buena idea acostarse a descansar, a fin de recuperar el equilibrio normal. Este ejercicio es más eficaz la primera vez, aunque se puede repetir cuantas veces lo desee. 
 Todo este ejercicio tiene que ver con eliminar las creencias que hemos reforzado en nuestra vida cotidiana y que nos han llevado a vivir creyendo que tenemos la razón, que somos víctimas de la circunstancias, trayendo como consecuencia temores, deseos reprimidos y sueños no cumplidos.  
 Por otro lado también es importante hacernos preguntas para clarificar lo que tenemos pendiente de resolver: 
 ¿Qué puerta o puertas he dejado abiertas en mi vida?  ¿Cuáles son mis sentimientos respecto a los capítulos pendientes de cerrar?

¿Qué hice o deje de hacer respecto a esa situación o persona?  ¿Cuáles son los sueños que he dejado de hacer por estar atado al pasado?  ¿Vivo siendo feliz o queriendo tener la razón?  Actualmente ¿cuál es mi estado físico y emocional?  ¿Cuáles son mis actitudes en mi vida personal y profesional? 
 Si no nos hacemos responsables de lo que provocamos, jamás cerraremos círculos en nuestra vida, ya que siempre buscaremos un culpable para hacernos la víctima. Hay que actuar proactivamente a través de ser protagonistas para cambiar la situación que nos incomoda, que nos hace sufrir o que nos tiene viviendo en el miedo. 
 En conclusión, no hay que esperar a que nos quieran, a que nos comprendan, a que nos escuchen, a que nos reconozcan. Solamente debemos apresurarnos a cerrar los círculos que hemos dejado abiertos para disfrutar de la experiencia presente. Recuerda que la vida es corta, por eso hay que aprender a desprenderse, a hacer cambios y encontrar nuevas personas que pueden ser el inicio de un nuevo circulo.    
Autor: Daniel Jorge León Islas Coach Personal Certificado dany@coachingdevida.com.mx

Ver la Luz

Tenemos que pasar por la obscuridad para luego ver la luz ... Y es que a veces creemos que cuando atravesamos momentos difíciles - una enfermedad, la pérdida de un ser querido, un problema económico, una desilusión amorosa, etc. - que Dios nos ha abandonado, que no nos ama, que nos ha olvidado, y un sin fin de cosas, y experimentamos sentimientos de angustia, tristeza y hasta rebeldía, llegando in...cluso en casos extremos a renegar de la existencia de Dios. Pues déjame decirte que, precisamente en aquellos momentos de mayor tribulación y desesperación Dios está contigo, ¡sí! Dios está a tu lado. Que cuando sientes que tu cruz es demasiado pesada y ya no puedes más, Él te tomará en sus brazos y te dará la tibieza de su regazo y de su amor infinito, porque Dios nunca nos abandona, solo nos pone a prueba para conocer que tan grande es nuestra fe, nuestra convicción y nuestra confianza ... Él es nuestro Padre Celestial y como tal cuida de sus hijos con amor incomparable. Si cuida de las aves, los peces y de toda la hermosa creación ...¡Cómo no ha de cuidar de sus hijos predilectos! Somos nosotros los que nos olvidamos de Él, los que lo abandonamos y buscamos sólo cuando lo necesitamos, cuando estamos en momentos de gran dificultad.
Si ese es tu caso, y en este mismo instante estas pasando por uno de los momentos más críticos de tu vida, no lo pienses más y aférrate a Dios con todas las fuerzas de tu ser, aférrate a Él y entrégale todos tus problemas y tus necesidades ... Pero sobre todo, entrégale tu corazón, abandónate en sus santas manos y deja que Él actúe, deja que obre de acuerdo a su voluntad ... No lo presiones, ni le dirijas una oración angustiada, como diciéndole lo que tiene que hacer ... Sólo ábrele las puertas de tu corazón y deja que Él entre en tu vida y tome posesión de ella y te conduzca de su mano por los caminos que Él ha señalado para tí, porque Él sabe que es lo mejor para tu vida.
Si de algo te sirven mis palabras, habla con Dios a través de la oración, y haz de este medio maravilloso de comunicación la vía infalible para tener un lazo, un contacto permanente con Él. No dejes que el dolor, por grande que este sea, te acaben y te conviertan en una persona incrédula, irritable y desconfiada ... Tú tienes la decisión en tus manos, piensa que Dios te envía pruebas muy duras, no para alejarte de Él, sino todo lo contrario, para acercarte más a Él, y que a partir de ese momento lo hagas tu amigo inseparable, un amigo como no hay otro, que está dispuesto a escucharte y abrirte sus brazos las 24 horas del día ... un amigo al que puedes acudir sin temor ni recelo alguno, porque Dios es Amor, y ÉL quiere compartir ese amor contigo para siempre ... ¡Recuérdalo ! la decisión está en tus manos.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Mendigos

No solo son Mendigos los que andan por las calles mal vestidos, pidiendo de comer o beber porque tienen hambre, sed o frío.

Hay en muchos rincones del mundo, miles de limosneros escondidos; elegantes, con techo, pan y vino; pero carentes de amor y sintiéndose por dentro vacíos.

Mendigos de un abrazo, de consuelo, de un beso, una mirada, de la presencia de un verdadero amigo o simplemente de una palabra de cariño.

Mendigos que sienten vergüenza de admitir que aunque tienen todo lo material, viven en la pobreza espiritual y se sienten frágiles como niños.

Mendigos que darían todo lo que tienen por encontrar el verdadero amor o hallar dentro de sus familias la paz y el calor de hogar.

Mendigos que temen volver a amar, porque ya bastante han sufrido han sido traicionados y heridos, tienen miedo de confiar.

Hay muchos hombres y mujeres que les cuesta aceptar y expresar la necesidad tan grande que tienen de sentirse realmente amados y valorados.

Madres que imploran la atención de sus hijos; abuelos olvidados, niños y jóvenes que aunque lo tienen todo, se sienten por sus padres abandonados.

El amor y la amistad no se deben mendigar, se merecen por dignidad; fue la herencia que a todos sus hijos Dios por igual ha dejado.

Pero aún así son demasiados los corazones rotos; que aunque por fuera se ven elegantes y bien vestidos; realmente en su interior están destrozados.

¿Cuántas veces hemos pasado por el lado de mendigos de amor y ni siquiera cuenta nos hemos dado, los hemos ignorado?

¿Cuántas veces hemos juzgado mal a personas que hacen lo que hacen, porque están hambrientos de ternura y afecto y nadie se los ha dado?.

A lo mejor tú o yo algunas veces nos hemos sentido carentes de cariño y anhelamos que alguien nos ame de tal forma que nos devuelvan la ilusión, lográndose reparar y fortalecer nuestro corazón.

Son esos momentos en que hemos perdido lo que más hemos querido, o simplemente no hemos encontrado lo que tanto anhelamos, nos sentimos tan solos y deprimidos que creemos perder la razón.

Seamos de aquellos que son capaces de brindar a todos amor y amistad, hagamos que amando sin distinción, logremos acabar con esa mendicidad; para que podamos construir un mundo mejor y pueda reinar por fin la paz en cada rincón.

Es el mandato que el Señor nos ha querido dejar, cuando nos dijo: "Ámense unos a otros como solo yo los he sabido amar".

El arbol de los amigos

Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felicespor la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino.Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar,mas otras apenas vemos entre un paso y otro.A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos.El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá,que nos muestra lo que es la vida.Después vienen los amigos hermanos,con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros.Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.Mas el destino nos presenta a otros amigos,los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino.A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón.Son sinceros, son verdaderos.Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz.Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazóny entonces es llamado un amigo enamorado.Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.Mas también hay de aquellos amigos por un tiempo,tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas.Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro,durante el tiempo que estamos cerca.Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes,aquellos que están en la punta de las ramasy que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra.El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas,algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones.Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca,alimentando nuestra raíz con alegría.Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.

Carta a la Vida

¡Hola!

Me conoces.

Me llamo Vida, sí, soy tu Vida.

Soy muy hermosa.

¿Lo sabías?

Observa la Naturaleza.

Tiene un encanto especial para cada momento.

De día puedes ver una gran antorcha que nunca se apaga para darte luz clara y ves un azul que nunca se termina.

Ves unas nubes inquietas que te entretienen corriendo de aquí para allá.

Ves las plantas que en su sencilla manera de vivir te gritan a viva voz que aún en ellas el Creador está presente y les da infinito valor pues te proveen oxígeno.

De noche ves miles de lucecitas en el firmamento, las estrellas, para que recuerdes que aún estando en tus momentos oscuros, existe una esperanza de Luz.

Los días de lluvia también tienen su encanto.

Cada gotita de agua de Cielo lleva en sí grandes bendiciones que bajan directamente del Hogar de Dios.

Esos truenos que a veces te asustan, se asemejan y te recuerdan a la voz de Dios.

Así entiendes que El es Grande y Soberano.

El arco iris seguro te parece bello y es aún más hermoso cuando entiendes que no es un simple arco de colores, sino que es una promesa que quien la hizo, la ha cumplido por millones de años y la seguirá cumpliendo.

¿Qué te parece el mar?

¿Y la luna, las montañas?

¿Qué piensas de las flores?

¿Verdad que son hermosas todas estas cosas?

Cada una de ellas tiene algo bello que ofrecerte.

Ahora mírate a ti.

Los golpes de la vida

William Shakespeare dejó escrito que no hay otro camino para la madurez que aprender a soportar los golpes de la vida.
Porque la vida de cualquier hombre, lo quiera o no, trae siempre golpes. Vemos que hay egoísmo, maldad, mentiras, desagradecimiento. Observamos con asombro el misterio del dolor y de la muerte. Constatamos defectos y limitaciones en los demás, y lo constatamos igualmente cada día en nosotros mismos.

Toda esa dolorosa experiencia es algo que, si lo sabemos asumir, puede ir haciendo crecer nuestra madurez interior. La clave es saber aprovechar esos golpes, saber sacar todo el oculto valor que encierra aquello que nos contraría, lograr que nos mejore aquello que a otros les desalienta y les hunde.

¿Y por qué lo que a unos les hunde a otros les madura y les hace crecerse? Depende de cómo se reciban esos reveses. Si no se medita sobre ellos, o se medita pero sin acierto, sin saber abordarlo bien, se pierden excelentes ocasiones para madurar, o incluso se produce el efecto contrario. La falta de conocimiento propio, la irreflexión, el victimismo, la rebeldía inútil, hacen que esos golpes duelan más, que nos llenen de malas experiencias y de muy pocas enseñanzas.

La experiencia de la vida sirve de bien poco si no se sabe aprovechar. El simple transcurso de los años no siempre aporta, por sí solo, madurez a una persona. Es cierto que la madurez se va formando de modo casi imperceptible en una persona, pero la madurez es algo que se alcanza siempre gracias a un proceso de educación —y de autoeducación—, que debe saber abordarse.
La educación que se recibe en la familia, por ejemplo, es sin duda decisiva para madurar. Los padres no pueden estar siempre detrás de lo que hacen sus hijos, protegiéndoles o aconsejándoles a cada minuto. Han de estar cercanos, es cierto, pero el hijo ha de aprender a enfrentarse a solas con la realidad, ha de aprender a darse cuenta de que hay cosas como la frustración de un deseo intenso, la deslealtad de un amigo, la tristeza ante las limitaciones o defectos propios o ajenos..., son realidades que cada uno ha de aprender poco a poco a superar por sí mismo. Por mucho que alguien te ayude, al final siempre es uno mismo quien ha de asumir el dolor que siente, y poner el esfuerzo necesario para superar esa frustración.
Una manifestación de inmadurez es el ansia descompensada de ser querido. La persona que ansía intensamente recibir demostraciones de afecto, y que hace de ese afán vehemente de sentirse querido una permanente y angustiosa inquietud en su vida, establece unas dependencias psicológicas que le alejan del verdadero sentido del afecto y de la amistad. Una persona así está tan subordinada a quienes le dan el afecto que necesita, que acaba por vaciar y hasta perder el sentido de su libertad.
Saber encajar los golpes de la vida no significa ser insensible. Tiene que ver más con aprender a no pedir a la vida más de lo que puede dar, aunque sin caer en un conformismo mediocre y gris; con aprender a respetar y estimar lo que a otros les diferencia de nosotros, pero manteniendo unas convicciones y unos principios claros; con ser pacientes y saber ceder, pero sin hacer dejación de derechos ni abdicar de la propia personalidad.
Hemos de aprender a tener paciencia. A vivir sabiendo que todo lo grande es fruto de un esfuerzo continuado, que siempre cuesta y necesita tiempo. A tener paciencia con nosotros mismos, que es decisivo para la propia maduración, y a tener paciencia con todos (sobre todo con los tenemos más cerca).
Y podría hablarse, por último, de otro tipo de paciencia, no poco importante: la paciencia con la terquedad de la realidad que nos rodea. Porque si queremos mejorar nuestro entorno necesitamos armarnos de paciencia, prepararnos para soportar contratiempos sin caer en la amargura. Por la paciencia el hombre se hace dueño de sí mismo, aprende a robustecerse en medio de las adversidades.

La paciencia otorga paz y serenidad interior. Hace al hombre capaz de ver la realidad con visión de futuro, sin quedarse enredado en lo inmediato. Le hace mirar por sobreelevación los acontecimientos, que toman así una nueva perspectiva. Son valores que quizá cobran fuerza en nuestro horizonte personal a medida que la vida avanza: cada vez valoramos más la paciencia, ese saber encajar los golpes de la vida, mantener la esperanza y la alegría en medio de las dificultades.

 Aprender a fracasar

El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse, decía el conocido estadista e historiador británico Winston Churchill.
Nadie puede decir que no fracasa nunca, o que fracasa pocas veces. El fracaso es algo que va ligado a la limitación de la condición humana, y lo normal es que todos los hombres lo constaten con frecuencia cada día. Por eso, los que puede decirse que triunfan en la vida no es porque no fracasen nunca, o lo hagan muy pocas veces: si triunfan es porque han aprendido a superar esos pequeños y constantes fracasos que van surgiendo, se quiera o no, en la vida de todo hombre normal. Los que, por el contrario, fracasan en la vida son aquellos que con cada pequeño fracaso, en vez de sacar experiencia, se van hundiendo un poco más.
Triunfar es aprender a fracasar. El éxito en la vida viene de saber afrontar las inevitables faltas de éxito del vivir de cada día. De esta curiosa paradoja depende en mucho el acierto en el vivir. Cada frustración, cada descalabro, cada contrariedad, cada desilusión, lleva consigo el germen de una infinidad de capacidades humanas desconocidas, sobre las que los espíritus pacientes y decididos han sabido ir edificando lo mejor de sus vidas.
Las dificultades de la vida juegan, en cierta manera, a nuestro favor. El fracaso hace lucir ante uno mismo la propia limitación y, al tiempo, nos brinda la oportunidad de superarnos, de dar lo mejor de nosotros mismos. Es así, en medio de un entorno en el que no todo nos viene dado, como se como se va curtiendo el carácter, como va adquiriendo fuerza y autenticidad.
Sería una completa ingenuidad dejar que la vida se diluyera en una desesperada búsqueda de algo tan utópico como es el deseo de permanecer en un estado de euforia permanente, o de continuos sentimientos agradables. Quien pensara así, estaría casi siempre triste, se sentiría desgraciado, y los que le rodeen probablemente acabarían estándolo también.
Como decía G. von Le Fort, "hay una dicha clara y otra oscura, pero el hombre incapaz de saborear la oscura, tampoco es capaz de saborear la clara". O como decía Quevedo, "el que quiere de esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos".
Por eso, en la tarea de educar el propio carácter, o el de los hijos, es muy importante no caer en ninguna especie de neurosis perfeccionista.
Porque errores los cometemos todos. La diferencia es que unos sacan de ellos enseñanza para el futuro y humildad, mientras que otros sólo obtienen amargura y pesimismo. El éxito, volvemos a repetir, está en la capacidad de superar los tropiezos con deportividad.
Da pena ver a personas inteligentes venirse abajo y abandonar una carrera o una oposición al primer suspenso; a chicos o chicas jóvenes que fracasan en su primer noviazgo y maldicen contra toda la humanidad; a aquellos otros que no pueden soportar un pequeño batacazo en su brillante carrera triunfadora en la amistad, o en lo afectivo, o en lo profesional, y se hunden miserablemente: el mayor de los fracasos suele ser dejar de hacer las cosas por miedo a fracasar.
 La prueba del dolor

Yo siempre he sido considerado en mi ambiente profesional —me decía no hace mucho un viejo amigo— como una persona muy exigente. Me he exigido siempre mucho a mí mismo y he exigido también siempre mucho a los demás.

»Me costaba mucho comprender que había gente a la que no le era posible seguir mi ritmo, y a veces, tengo que reconocerlo, los maltrataba. Y en casa me pasaba un poco igual. Echaba en cara las cosas a mi mujer y a mis hijos con muy poca consideración.

»Y tuvo que venir la enfermedad, y luego aquellos problemas serios en el trabajo, para que empezara a entender que la vida no era tan simple como yo me la había planteado.

»La verdad es que he funcionado siempre como un triunfador, rebosante de salud y de éxito profesional, y sin darme casi cuenta menospreciaba a los demás. Pensaba que si ellos no lograban lo que lograba yo, era simplemente porque a ellos no les daba la gana esforzarse como yo lo hacía.

»Pensaba así hasta que empecé a sentir en mis carnes todo ese sufrimiento, a notar en mi vida el peso de esa carga: fue entonces cuando comencé a reparar en que los demás también sufrían, que en la vida hay mucho sufrimiento de muchas personas. Y comprendí que pasar sin consideración por delante de ese dolor es algo realmente indigno.

»He empezado a dormir mal, y ahora tengo mucho tiempo para pensar. Al principio me enfadaba, pero pronto me di cuenta de que con pataleos no arreglas nada: ni te duermes, ni resuelves lo que te preocupa. Es curioso, pero antes yo era muy irascible, y ahora en cambio me he vuelto bastante sereno y comprensivo. Creo que esto que me ha pasado ha marcado como una nueva etapa en mi vida.
»A mí, el dolor me ha curtido el alma, me ha hecho entender un poco mejor a los demás. Antes, yo apenas había tenido problemas serios, y juzgaba a los demás con dureza y frialdad. Ahora, todo lo veo de modo distinto. Ya no grito a mi secretaria ni me peleo con mi mujer o mis hijos.»
Recordando el relato de aquel joven y brillante ejecutivo, pensaba en el distinto modo en que reciben las personas el dolor. En cómo a unos les mejora, y a otros, en cambio, les desespera. Y pensaba en la enseñanza que esta persona obtuvo: que hay que comprender mejor a la gente, pues quienes nos rodean son personas que también sufren, y eso siempre es duro; y que hay gente que lo pasa mal —y quizá en parte por culpa nuestra—, y que todo hombre debiera detenerse siempre junto al sufrimiento de otro hombre, y hacer lo posible por remediarlo.
El dolor es una escuela en donde se forman en la misericordia los corazones de los hombres. Una escuela que nos brinda la oportunidad de curarnos un poco de nuestro egoísmo e inclinarnos un poco más hacia los demás. Nos hace ver la vida de una manera especial, nos muestra un perfil más profundo de las cosas.
El dolor nos lleva a reflexionar, a preguntarnos por el sentido que tiene todo lo que sucede a nuestro alrededor. El hombre, al recibir la visita del dolor, vive una prueba dentro de sí: es como un pellizco que detiene el curso normal de su vida, como un parón que le invita a reflexionar. Por eso se ha dicho que toda filosofía y toda reflexión profunda adquiere una especial lucidez en la cercanía del dolor y de la muerte.

El dolor, si se sabe asumir, advierte al hombre del error de las formas de

jueves, 26 de septiembre de 2013

Fortaleza

“ Señor, dale esperanza, consuelo y mucho amor
Cuando sus brazos no soporten el peso del enfermo
Dale señor fortaleza para perseverar en la esperanza
Cuando sus ojos se cansen de mirar al enfermo
Señor dale fortaleza para perseverar en el amor
Cuando su corazón no resista al dolor del desahuciado
Dale fortaleza para consolar y acompañar al que sufre
Cuando sus pasos quieran quebrarse frente al suf...rimiento
Devuélveles la fe, la esperanza de un mañana mejor
Señor, no seas ajeno al dolor en aquellos hogares
Que cargan consigo al enfermo, al desahuciado,
Victimas de los excesos de conductores irresponsables
A las victimas de negligencia médica, y de la violencia
Señor, te pido por aquellos y en especial por aquella
Señora que en sus ojos lleva marcado el dolor del amado
Señor, que no empeñe tanto en ser consolado,
En ser comprendido, en ser amado, en ser perdonado
como en consolar, en comprender, en perdonar y amar
pon en mi boca palabras de esperanza y fortaleza
frente al dolor y el sufrimiento de aquellos que conozco
y desconozco pero sin embargo esperan mas de mí. ”

la compañia

Hoy estaba muy ilusionada planeando un día especial, con ganas de compartir momentos únicos. Pero como suele pasar, me di cuenta de que para...