martes, 25 de marzo de 2025

La vida se me puede ir en un suspiro

La vida se me puede ir en un suspiro, y al reflexionar sobre lo que me ha tocado vivir, me doy cuenta de todo lo que he superado. Mi infancia no fue fácil, y los traumas que enfrenté fueron difíciles de sobrellevar. Perdí a mi mamá cuando era muy pequeña y, años después, también a la esposa de mi papá, quien me dedicó tiempo y cariño, pero partió por una simple operación.

Además, crecí con un padre alcohólico que, debido a sus propios traumas de la infancia y su incapacidad de ser un buen padre, me trataba mal. ¿Qué culpa tenía yo? A esto se sumaban mis dificultades con la dislexia, que empeoraban cuando me ponía nerviosa, y mi lucha con el déficit de atención. Sin embargo, hoy puedo decir que he superado esos obstáculos.

Siempre he sido una persona solitaria, en parte porque tengo miedo de perder a las personas que llego a querer. Trato de evitar el contacto físico, no me gustan mucho los abrazos porque temo encariñarme demasiado con la gente.

Aun así, siempre he alentado a los demás, creyendo en ellos y transmitiéndoles una actitud positiva, esa misma actitud que a mí me faltó. Sin embargo, a lo largo del camino, siento que muchas personas se han aprovechado de mi bondad.

Hasta ahora, no logro entender cómo algunas personas prefieren creer en aquellos que no son auténticos, en quienes claramente los utilizan, en lugar de valorar a quienes realmente están ahí para ellos.

Ha habido momentos en los que mi mente no comprendía lo que le pasaba a mi cuerpo debido a la enfermedad, cuando mis estados de ánimo cambiaban sin razón aparente. También me ha lastimado descubrir mentiras o enfrentar actitudes que me hacían daño. Sé que todo tiene un proceso y lo entiendo, pero en su momento llegué a creer que las personas se acercaban a mí porque me tenían cariño. Ahora comprendo que muchas lo hicieron por necesidad.

Estuve cerca de la muerte, fui golpeada, y fue gente extraña la que realmente se preocupó por mí. Mientras tanto, aquellos que me decían con palabras que siempre estarían a mi lado, simplemente no estuvieron. Dios sabe cuánto intenté comprender y aceptar todo esto, pero me duele darme cuenta de que quizás nunca hubo un cariño real.

Sé que a veces me enredo con las palabras cuando estoy nerviosa, y si las personas no son capaces de entender eso, ¿qué puedo hacer? Me frustra cuando me cambian los planes, tal vez porque, desde mi infancia, siempre lo hacían y arruinaban mis alegrías. Sé que ahora estoy aprendiendo a superar eso.

Lo que más me duele es que, incluso después de todo lo que he dado, he descubierto ecos de palabras que me hieren, susurros a mis espaldas que resuenan como dagas en la sombra. Personas en las que confié tejieron hilos invisibles alrededor de mis emociones, moviéndome como un títere sin que yo lo notara, haciéndome creer que significaba algo para ellas cuando, en realidad, solo fui un puente que cruzaron para llegar a donde querían. Y al final, soy yo quien carga con el peso de su indiferencia, sintiéndome como un reflejo distorsionado de lo que los demás piensan de mí.

Y ahora, tengo un dolor que dudo que algún día desaparezca. Me siento mal, me pesa todo lo que he vivido, mientras los demás siguen con su vida, felices, sin siquiera darse cuenta de lo que llevo dentro.

Ahora, que tengo miedo de que el mañana nunca llegue, también temo que las personas solo se acerquen a mí por lástima, porque estoy enferma, y por eso me alejo. No quiero ser vista como alguien que da pena, como leí en palabras que dolieron más de lo que deberían. Solo quisiera irme en paz, sin resentimientos ni odios a mi alrededor. Quisiera saber, de verdad, si alguien me quiere en su vida o si simplemente he estado aferrándome a quienes nunca me vieron con el mismo cariño con el que yo los veía.

Mi vida ahora debería ser más tranquila, porque tal vez el aneurisma que acecha decida que es hora de partir, sin darme la oportunidad de expresar lo que siento a los demás. Y aun así, en medio de este miedo, solo quiero entender por qué la gente se aleja de mí. ¿Acaso he estado equivocada al pensar que el cariño que doy puede regresar a mí de la misma manera?

miércoles, 13 de diciembre de 2023

El amor verdadero

El amor verdadero, es una emoción que aparece cuando estás rodeado de personas con las que puedes compartir tus intimidades. Porque con ellas no te sientes juzgado. Sabes que te apoyan, te ayudan y te cuidan. Con ellas no tienes que disimular ni fingir. Y, sobre todo, no te tienes que sacrificar. Porque, en contra de lo que se nos ha dicho, el amor no es sacrificio ni crea hipotecas que luego tengas que devolver. El amor es una emoción que se tiene que nutrir a diario y a la que hay que dedicarle espacio y tiempo.
 El amor verdadero de manifiesta de forma serena y tranquila. Y si todo esto es el amor, entonces, ¿qué no es amor? Sin duda, la dependencia emocional. Es decir, la fuerte necesidad de estar siempre en contacto con el otro, de forma que, tu bienestar y felicidad dependan de eso. Esto no es amor, es una adicción a una persona.

domingo, 10 de diciembre de 2023

Soledad

Hoy, mientras reflexionaba sobre mi vida, me invadió una sensación de soledad que no puedo ignorar. A menudo me encuentro rodeada de personas, pero hay momentos en los que me siento profundamente sola, como si nadie pudiera entender completamente lo que estoy experimentando. Me encuentro confrontando uno de mis mayores miedos: la idea de quedarme sola. A menudo, las palabras de aquellos que me rodean resuenan en mi mente, especialmente la pregunta inquietante: "¿Quién te cuidará cuando seas mayor?". Esta pregunta ha desencadenado un temor profundo en mí, el temor de que la gente solo esté a mi lado por lástima, y no por un genuino deseo de compañía. La ansiedad se apodera de mí al considerar la posibilidad de que las conexiones que he construido a lo largo de los años estén motivadas por la compasión más que por el afecto real. El temor de ser una carga para los demás se intensifica, y la preocupación de que la gente solo permanezca a mi lado por obligación se convierte en una sombra constante. Este miedo a la soledad me lleva a cuestionar la autenticidad de mis relaciones. ¿Las personas realmente me aprecian por quien soy, o simplemente están cumpliendo con una expectativa social? A veces, me siento atrapada entre la necesidad de conexión y el temor a la decepción, preguntándome si alguna vez encontraré relaciones que trasciendan la compasión.

jueves, 13 de agosto de 2020

LAS SANDALIAS NEGRAS.

La última vez que le regalé algo a mi madre, fueron unas sandalias negras. Se las estrenó al otro día. Cuando la vi, me sorprendí. ¡Yo se las había comprado para un día especial! Entonces le pregunté: - ¿Por qué las has estrenado tan rápido? Y me contestó: - ¿Y si me muero mañana?... las tendría que estrenar otra persona y no yo. ¡Son para usarse ahora! Dos meses después, partió a su última morada... Hoy volví a recordar las sandalias negras... Y me pregunté: ¿Qué estamos esperando para estrenar? Un día, en la comida escuché a mi cuñada decirle a mi suegra: - ¡Ay, mamá... no saque su vajilla bonita, se le puede romper! Mejor déjela para otro día especial. A lo que mi suegra contestó: - No, taruga... hoy es el día especial, los importantes somos nosotros, no los invitados; o qué, ¿quieres que te la deje cuando yo muera? ¡Claro que no, hoy vamos a disfrutarla! ¡Cuanta razón tenía! ¿Qué es realmente un día especial? Cuando la vida se vive una sola vez. Sin embargo, pasamos la vida esperando el tiempo adecuado, el momento preciso, el día especial para estrenar aquello que nos hará sentir mejor. ¿Cuánta gente llegó hasta hoy sin decir lo que quiso, sin ponerse lo que quería, sin regresar a algún lugar, sin salir, sin viajar, o sin pedir perdón? ¿Tú sabes los amores que jamás fueron... por esperar un poco más a decirlo? ¿Los matrimonios que se rompieron porque el otro no dijo "perdón" primero? ¿Los amigos que dejaron de hablarse... por un mal entendido? ¿La familia que jamás volvió a reunirse... porque no tenían tiempo o no encontraban un día? ¿Los sueños que se quedaron en sueños... por esperar una mejor oportunidad? ¿La gente honesta que perdimos... porque fue sincera y nos dolió? ¿Y si no llega mañana? ¿Qué estás dejando sin estrenar... para que otro lo use.? ¿A quién dejaste... para que otro amara? ¿Qué palabras dejaste sin pronunciar? ¿Con qué perdón en el pecho te quedaste? ¿A quién le debes una explicación? ¿A quién debiste darle una oportunidad? ¿Qué aventura dejaste sin hacer? Guardamos sin estrenar palabras, compañía, sentimientos, sueños, viajes ...sólo por miedo a fracasar, por vergüenza o peor aún ¡por orgullo! Y así vamos calmando los latidos del corazón, sin darnos cuenta que quedamos inertes ante la vida, por esperar a mañana. MAÑANA no existe... es sólo una esperanza, una idea que tal vez no llega. Sólo nos queda... HOY. Hay que estrenarse los zapatos, luchar por lo que amas, por tus sueños; vivir equivocándonos, intentándolo, antes que alguien más se atreva a la mejor hazaña: ¡LA VIDA! ❤ Y cada mañana, cuando abrimos los ojos en esta tierra de “locos”, ese nuevo día es la señal de que hay que intentarlo de nuevo. Hoy me acordé de sus sandalias negras... y me dio "vergüenza" porque yo quería estrenarme unos mocasines de colores y por miedo a que se mojaran... ¡no me los puse! ¿Y qué si se mojan?... que se sequen. ¿Y qué si se rompen?... los usé. ¿Y qué si no funciona?... ¡lo intenté! Y tú... ¿Qué tienes sin estrenar? ¿Y SI FUERA TU ÚLTIMA VEZ? ¡Que tengas un bendecido día! SONRÍE AL UNIVERSO Y ÉL TE DEVOLVERÁ.....

jueves, 7 de marzo de 2019

Mi hermana mayor

Sin haberla pedido ni esperado, mi hermana mayor se convirtió en una parte muy especial de mi vida. Mi hermana mayor, la mejor compañera de mi vida Mi hermana mayor es la mejor compañera que pudo ofrecerme la vida. Fue el mejor obsequio que pudo haberme hecho mi madre, incluso antes de mi propio nacimiento. Mi hermana mayor, la mejor compañera de mi vida Mi hermana mayor fue, es y será por siempre mi mejor amiga. Ella es nada más ni nada menos que mi otra mitad. Ella me esperó con una ansiedad única y logró conocerme, desde que llegué al mundo, como nadie más ha podido hacerlo. Nuestra relación siempre fue cercana y especial. Me vio reír y llorar. Me vio caer y festejar. Es la mejor porque siempre estuvo allí, firme, junto a mí. Mi hermana mayor tiene el don de cuidar y aconsejar cual abnegada madre, pero con la habilidad de hacerlo poniéndose a tu misma altura. Con mi hermana mayor puedo ser yo misma, siempre. Mi hermana mayor, mi mejor amiga. En mi hermana mayor puedo encontrar un hombro en el que llorar cada una de mis penas. Y también un par de orejas que logran hacer más ligera mi mochila. Sus brazos tienen el don de juntar cada una de mis partes rotas y volver a hacerme reír. Mi hermana mayor, acreedora de mi amor infinito El amor fraternal entre nosotras nunca decrece. Somos capaces de encontrarnos de muchas formas una y otra vez. Y, en definitiva, me siento muy agradecida por tener una hermana. Cuando intento imaginar mi vida sin ella, simplemente no puedo. ¡Gracias al cielo que la tengo desde que nací! A medida que crecemos, me doy cuenta de que mi hermana mayor me ayuda a construir y fortalecer mi propia personalidad. Encuentro en ella un modelo a seguir y una fuente de inspiración. De alguna manera, ella siempre encuentra el modo de darme herramientas para enfrentar los retos de la vida. Mejor de lo que pudo haberlo hecho ella. Porque le importo tanto que quiere ahorrarme el cometer errores tontos. Mi modelo y ejemplo a seguir.

martes, 24 de abril de 2018

Amiga S.I.

Sé que no estás pasando por el mejor momento, sé que está siendo muy difícil y, por eso, me he decidido a escribirte esta carta, Porque te quiero y eso es algo que debes saber. Y espero que al saber que te necesito a mi lado, como siempre has estado, encuentres esas fuerzas que has perdido con tanto sufrimiento. Porque sé que has sufrido y estás sufriendo y comparto ese dolor. Si acaso se te olvida, quiero recordártelo, que estaré aquí mismo a tu lado en todo momento hasta que esto termine y vuelvas a tener ganas de sonreír. Entonces seguiré a tu lado y me ocuparé de que sonrías, de que disfrutes del sol, de un almuezo, de los cafés entre amigos, de las tardes de cine. Y es que, si te soy totalmente sincera, ahora prefiero mirar al futuro, porque el presente es oscuro. Prefiero mirar al futuro porque vamos a superar este presente juntas, a convertirlo en pasado, lo más borroso posible hasta que estos días horribles sean solo una anécdota. Mientras tanto, mientras llega el futuro, intentaré ocuparte los días con un poquito de alegría cada día. Pero te pido algo, te pido que seas fuerte, que mantengas la esperanza y que sigas luchando para que todo vuelva a su lugar. Sé que lo conseguirás, sé que tienes ganas de levantarte, de salir a la calle, de ver el sol y hasta de mojarte en una tormenta. Y yo estaré a tu lado. Te quiero.

La vida se me puede ir en un suspiro

La vida se me puede ir en un suspiro, y al reflexionar sobre lo que me ha tocado vivir, me doy cuenta de todo lo que he superado. Mi infanci...