martes, 16 de febrero de 2016

Las personas que admiro apenas caben en los dedos de una mano.

Las personas que admiro apenas caben en los dedos de una mano. Son las que observo y escucho en silencio, son las que me enriquecen y las que casi sin quererlo, me hacen ser mejor cada día. Ahora bien, ellas ni siquiera se dan cuenta, porque sus corazones son humildes y no comprenden si quiera el alcance de sus ejemplos.
Podríamos decir sin equivocarnos que toda persona necesita a alguien a quien admirar, alguien que le sirva de referente y que le inspire. No se trata de tomar un modelo, de imitar las palabras de un pensador, un escritor o un gurú de los medios. Necesitamos también referentes cercanos.
Es posible que identifiques a este tipo de personas en algún familiar, en un amigo o incluso, por qué no, en nuestra pareja. Si es así, si ya cuentas con esa presencia positiva y reconfortante, no la pierdas. Atiéndela, cuídala y déjate envolver por cada uno de sus estímulos positivos
Suele decirse que hay presencias irrepetibles a lo largo de nuestra vida, personas que dejan huella. Puesto que todos somos breves inquilinos de este mundo, no dudes en aprovechar cada instante, cada momento en su compañía.
Estamos seguros que a lo largo de tu vida has conocido personas que quitan más que aportan, que restan más que enriquecen. Es algo habitual y no por ello hemos de frustrarnos o aún menos, darnos por vencidos.
significativas, es necesario que también nosotros pongamos de nuestra parte.
  • Confía. Es posible que te hayan herido bastantes veces a lo largo de tu vida, que la familia te fallara en el instante más necesitado. Ahora bien, no cometas el error de cerrar tu corazón, y vestirlo de amarguras.
  • Déjate llevar por tus sentidos. La bondad atrae a la bondad. Si tu esencia es noble, conectarás con alguien con las mismas características, con los mismos valores. Si alguna vez te equivocaste, seguro que ahora ya tienes la lección aprendida y sabes muy bien quién merece estar en tu vida y quien no.
  • Aprende: las personas no debemos dejar nunca de aprender, y para hacerlo es necesario ser humilde. Puede que los libros te digan mucho, que la vida te haya enseñado infinidad de cosas… Ahora bien, si hay algo auténtico y enriquecedor, es permitir abrir nuestro corazón a personas que nos pueden enriquecer, traernos otros puntos de vista, trasmitirnos calma y bienestar…

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